Los padres Lerroux y Giraldo de la compañía de Jesús, siguen bien las reglas de su mentor Ignacio de Loyola, "para quien cualquier soldado de la compañía debe, en primer lugar, ejecutar todas las órdenes con rapidez, espíritu alegre y perseverancia". Todo es justo cuando el Superior ordena." Sabedor de que el enemigo de la iglesia católica está dentro de ella, pide a los fieles que sean como un cadáver que se deja maniobrar en todos los sentidos". En el Brasil, el padre José de Anchieta, nacido en Tenerife en 1597, beatificado por Juan Pablo II en 1980, supo que la tarea de la iglesia en el Nuevo Mundo era la de recuperar a los fieles y el respeto perdido con las reformas religiosas de dementes como Erasmo de Roterdam, que critican a los papas en nombre de una supuesta igualdad pregonada en la Biblia. Felizmente el Brasil se ha mantenido al márgen de ese caos mundial que generan rebeldías inaceptables hasta para el Señor Lutero. La tarea civilizadora que aquí se inicia, en el Brasil, dice Anchieta, cuenta con las salvaguardas eficaces que la Santa Sede instituyó en el "index proibitorium", hoguera para los heréticos y un esfuerzo hercúleo de catequesis. Los negros que aprendan la doctrina y los aborígenes, indolentes, comiencen a escuchar la buena nueva. Este jesuita aprende Tupi y escribe una gramática de la lengua más hablada en la costa del Brasil. Consciente de su misión, el admirable jesuita sabe ser rígido, cuando necesario. Defensor de su causa y la de los silvícolas, encontró tiempo para dar salida a su vena guerrera-poética-jesuítica, en sus escritos "feitos de Mem de Sá" : 160 aldeas incendiadas, mil casas destruídas por la llama devoradora, asolados los campos, con sus riquezas, pasado todo a filo de espada". Así se forja un pueblo joven: con santos ejemplos como él y mano de hierro. .
Yo creo que los curas jesuitas nuestros, Lerroux y Giraldo , hubiesen actuado con igual ardor, durante la Conquista española de estas tierras. Y como buenos soldados de la compañía, aquí se opusieron al capitalismo salvaje impuesto por Alvaro Uribe, con la ayuda de un ejército de matones, el nuestro, claro está. Recordemos que en un mes de Marzo de 1767, los jesuitas fueron expulsados por Carlos III de todas las colonias españolas. Chavez Y Castro, no lo duden, y yo, los hubiéramos expulsado también o metidos presos.
Lenin Ilich para El Pasquín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario