UNA NAVIDAD EN PAZ

Este 24 de diciembre es en verdad un lugar de referencia tanto para cristianos, como para los incrédulos del Pasca. "Yo soy el camino, la verdad, la vida", decía Jesús. Un mensaje de paz. Que venga entonces, a este nuestro sufrido país. Él fue un ejemplo para su padre que era un Dios implacable, cruel, vengador. Es lamentable que la Religión haya tergiversado su mensaje y contribuido a crear un pánico por cuenta del más allá, en vez de proporcionar serenidad y sosiego a sus feligreses. Un Dios con un ánimo revanchista, que castiga las faltas tras la muerte, por siempre, incluso después, cuando se produzca la resurrección de la carne, en el final de los tiempos. Esto es, dentro de 4 mil quinientos millones de años, cuando se le acabe el combustible a nuestro sol. Francamente, a mí, me resultaría demasiado tediosa esa existencia eterna, sin las copas de vino y aguardiente con los amigos, las bromas, la ironía, el tenis, los abrazos de mis nietos, la intimidad amorosa con mi negra, los libros, etc. A mi lo que si me gustaría, sería detenerme en la edad que tengo para seguir disfrutando de estas montañas imponentes y verdes de la cuenca del río Negro-Guayuriba. Y no es que quiera evitar la muerte, que se vendrá seguro, como un remedio obvio a los males que con certeza vendrán a afligirme. Ciertamente, temo más a la vejez que a la muerte. Vale la pena recordar aquí la leyenda griega de la imprudente y lasciva EOS, La Aurora, la de rosáceos dedos, como la calificaba el gran Homero, que pidió a Zeus la inmortalidad para su amante troyano Titón. . . . solo para verle envejecer y resecarse siglo tras siglo, hasta la insignificancia más repugnante, mientras ella conservaba la lozanía imperecedera de los dioses. O el caso de la Sibila del oráculo de Delfos, a la que Apolo había prometido cumplirle su mayor deseo: no morir nunca. También padeció los horrores de una vejez interminable, hasta quedar convertida en una especie de grillo que acabó como juguete en una jaula que los niños zarandeaban y a la que gritaban: Sibila. . . . ¿ Qué quieres? Acercando el oído a la jaula escuchaban. . . .Quiero morir, quiero morir ! Igualmente, vale la pena citar al griego Epicuro y el romano Lucrecio: "la muerte jamás nos alcanzará porque mientras nosotros estamos  jamás nos alcanzará y cuando llega nosotros ya no estamos".
-Para El Pasca, Anselmo, Choachí. Feliz natal para os amigos lectores do Pasca no meu Brasil. Aquele abrazo prâ vocês y para los lectores en general.