-De repente, una bandada de jóvenes hedonistas acampan entre la playa y la montaña, se reunen junto al mar verde-azul. Recuerdan emociones personales, efemérides pasadas. No hay grandes cosas para contar, son vulgares y un poco desligados del mundo. Una de las jóvenes procura ligarse con su macho, antes de que todos sean copados. Así están las cosas. Todos ellos, uno despues de otro, comienzan a tirar la ropa y se juntan en un montón compacto, talvez por causa del frío. Falta apenas un casal que prosigue circulando en negociaciones delicadas. En esta obra el público tiene que imaginarse casi todo. Es teatro futurista. La sensualidad evidente de los actores, generan en nuestra líbido y sensibilidad conceptos geniales. Esbozos pictóricos, diría un artista plástico. El palco está tan desnudo como los actores. Hay una pared mal acabada con tablas de diversas colores. Por gestos nos indican, que esto es un riachuelo, allí unos árboles, más allá una piedra y que del lado de acá, sobre la platea, está el mar. Trátase de inventar lo que, en términos de montaje, cuesta mucho y de poner en escena todos los descubrimientos que vamos haciendo en el subconsciente, fuerzas mal definidas, en la abstracción pura, en la fantasía. En suma, generar réplicas de la libertad, la simultaneidad, la interpretación, la hilaridad dialogada, el acto negativo, la deformación sintética, un torrente de confidencias irrespetuosas. Material vivo, veloz, como la propia vida y no como las obras clásicas. A la hoguera con Shakespeare, Moliere, Racine, Cervantes, Lope de Vega. Qué respuesta le pueden dar ellos a la grande necesidad actual de encontrar la felicidad, de explorar todos los posibles placeres corporales, de hacer de la vida una sucursal de los Almacenes Exito, en que las personas entran y salen sin dejar rastro? Seamos hedonistas. Toda la humana bienaventuranza se resume en el placer. Queremos ser felices, tenemos el derecho a ser felices, gritan los actores. Yo tambien quiero, tengo derecho. Pero qué felicidad es esta? Estos jóvenes no quieren pasar la mejor fase de su vida en una escuela aprendiendo cosas que detestan: Medicina, Matemáticas, Quimica, etc. No quieren permanecer en un escritorio. Que quieren entonces? Somos jóvenes, queremos ser felices, cantan ellos y hacen su terapia de grupo frente al público, exhiben y manifiestan sin pudor, todas las fijaciones y miserias que tienen en su subconsciente. Carl Jung y Freud podrían, talvez, entenderlas. Diviértanse, pues, público y hedonistas con esta obra teatral que E.P. considera del absurdo. Baja el telón. Para E.P., Ilich Lenin
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