UNA DECLARACIÓN NO PEDIDA DE NO FE

-En este día de Amor y Amistad enviamos un saludo caluroso a los cerca de diez mil lectores asiduos que nos honran con la lectura de este blog, nuestros amigos. Por lo que a mi respecta, y a quienes piensan como yo, la gente del Pasca: Anselmo, Augusto Carlos, Lenin ilich, La Neusa, Marly, Edelsio, queremos dejar por escrito, a nuestros amigos y familiares, lo que muchos ya conocen, acerca de nuestros principios que no son una fe, puesto que desconfiamos de todo aquello que atente contra la ciencia o contra la razón. No somos inmunes a lo maravilloso del universo, su misterio, nos asombran las fotografías tomadas por el telescopio Hubble y saber que hoy una Sonda enviada por la Nasa en 1977 sobrepasó los límites de nuestro sistema solar y penetra en la Galaxia, la vía láctea, a un universo desconocido, a una velocidad de 68 mil km/h. Nos sobrecogen la música, el arte, la literatura, y nos parece que Vasili Grossman en sus libros Vida y Destino y Todo Fluye; Christopher Hitchens en sus alegatos contra la religión, Cervantes, Shakespeare, Tolstoi, Schiller, George Eliot y otros plantean mejor los dilemas éticos y humanos más importantes que los cuentos mitológicos de los libros sagrados de todas las religiones. No creemos en el cielo ni en el infierno. Nos conformamos con vivir una sola vez y estamos seguros de que se puede vivir una vida ética sin religión. Y sabemos que el reverso es cierto: la religión ha hecho que innumerables personas no se comporten mejor que otras, sino que se conceden licencia para comportarse de una forma que nos dejan horrorizados. Como decía Blaise Pascal, estamos hechos de tal manera que no podemos creer. Por él sabemos de una mujer de la aldea de Montaillou, durante la campaña de caza de brujas de la Edad Media, los inquisidores le piden que dijera de quien había aprendido sus dudas heréticas sobre el infierno y la resurrección. Respondió que no las había aprendido de nadie, sino que se le había ocurrido a ella sola. Nosotros, como la aldeana, no tenemos necesidad de reunirnos cada 7 días, ni proclamamos nuestra rectitud o  nos postramos en nuestra indignidad. Nosotros, los ateos, no necesitamos de ningún sacerdote. Abominamos los rituales y las ceremonias, las reliquias, el culto a cualquier imagen. No tenemos lugares santos. No matamos en nombre de un Dios o profeta. No somos objeto personal de un plan divino. Tenemos pues objeciones irreductibles a la fe religiosa que representa de forma incorrecta los orígenes del ser humano y el Cosmos. Cuando leemos a Hawking sobre esos agujeros negros sobre el que en teoría podemos zambullirnos y ver el pasado y el futuro, vemos lo mediocre que resulta lo de la zarza ardiente de Moisés. Más fascinados nos quedamos de saber que formamos parte del reino animal. Dice Hitchens: cada vez se sabe menos, pero que al menos se sabe menos de cada vez más cosas y que la religión es una creación del ser humano. La fe religiosa se basa en ilusiones, su servilismo, su represión sexual, jamás sucumbirá hasta que superemos el miedo a la muerte.