PASQUIN POLITICO COLOMBIANO

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lunes, 12 de diciembre de 2011

UN PASO ADELANTE Y DOS HACIA ATRÁS


Juan Manuel Santos y Christian Salazar, representante de la ONU
Por Miguel Posada
Diciembre 11 de 2011
…”deben hacer varias precisiones para que los crímenes de lesa humanidad y donde haya violación de Derechos Humanos, no sean juzgados por la Justicia Militar”. Eso dijo recientemente, el presidente Juan Manuel Santos en una entrevista con RCN
Ese mismo cuentito le sirvió a la Corte Constitucional, dominada en su momento por el abogado comunista Carlos Gaviria Díaz, para acabar con la Justicia Penal Militar. ¿Se establece a priori cuando un hecho se tipifica como un crimen de guerra, o una violación de los derechos humanos? ¿Quién lo establece, y cómo se hace para que esto no sea un prejuzgamiento?
El país empieza a reconocer que los militares son sujetos de graves maltratos por parte de una Justicia Ordinaria gravemente infiltrada y que exhibe ostentosamente un sesgo ideológico que la convierte en instrumento del comunismo y aliada de la subversión. Si no hubiese ese reconocimiento, no habría necesidad de modificación alguna a la Constitución de 1991.
Sin embargo, si se aplica lo que dice el Presidente, para quedar bien con los “mamertos” nacionales y extranjeros, no se habrá logrado nada. Recordemos que esta guerra contra los narcodelincuentes de las FARC, en su aspecto armado, la están ganando las Fuerzas Militares. El artífice de estos éxitos no es el presidente Santos; son los soldados de Colombia, quienes todos los días arriesgan la vida para lograr esta victoria. Pero si los soldados son muy exitosos, terminan en la cárcel.
Y sí, hay desmoralización. Eso, por supuesto, no lo pueden expresar los altos mandos. Y hay no solo desmoralización, sino rabia, frustración y resentimiento hacia una clase política, incluidos el Presidente y su gabinete, que no afronta su parte de la lucha.
No hay quien no sepa, por ejemplo, que los jefes de las FARC y del ELN se refugian en Venezuela. Chez Hugo, como dirían los franceses. Los soldados no entienden de sutilezas diplomáticas. Ver a su presidente de grandes abrazos con Chávez no es algo que comprendan. Que venga el otro “mejor amigo”, el aprendiz de Chávez, Rafael Correa, e insulte al ex presidente Uribe, aquí en Bogotá, tampoco es bien recibido. Todo esto es desconcertante si uno no es un sofisticado miembro del jet-set.
Mientras tanto siguen presos miles de militares, y algunos, respetados por todos, como el General Arias y el Coronel Plazas, han sido condenados a lo que equivale a cadena perpetua. Mientras tanto, todos los días El Tiempo adula al ex guerrillero Gustavo Petro. ¿Confianza en el Presidente de parte de los soldados de Colombia? Hechos son amores y no buenas razones. Hasta ahora, no ha arreglado nada, y la frase citada no es un buen indicio.
Cabe recordar a los colombianos que los soldados no luchan en selvas y montañas porque les guste mucho cargar 30 kilos a la espalda. ¿Será para hacer ejercicio y estar al aire libre, entre espinas y zancudos? Se arriesgan a pisar una mina, a recibir un disparo en una emboscada y a sufrir difíciles enfermedades. Y si dan de baja a un enemigo, la Fiscalía no descansa hasta lograr un testimonio o una “prueba” para enviarlos a la cárcel. Si no hay prueba medianamente creíble, o testimonio que no resulte ostensiblemente falso, tampoco hay problema, pues para eso está la teoría de Roxin.
Lo que deben entender los ciudadanos es que los soldados enfrentan todos los riesgos físicos para defender la libertad de sus compatriotas. Piden ser liberados de la justicia torcida, sesgada y venal.
Es por esto que he sostenido que el Fuero Militar (y Policial) debe ser absoluto, sin salvedades, sin juzgamientos y calificaciones a priori. Los militares, para todos los delitos, absolutamente todos, deben ser juzgados por una justicia idónea, que solo puede ser la de los pares. Para que esto funcione, y funcione bien, hay que refundar la Justicia Penal Militar, volver al Consejo de Guerra, mejorando las instancias de investigación, y recuperando el cuerpo de auditores de guerra. Esto, para todo lo que tiene que ver con el combate, con las bajas, acusaciones de atropellos, etc. Para aquello que tiene que ver con delitos contra el patrimonio, debe haber cortes, también marciales, pero con jurados y jueces idóneos en estos temas.
Algo queda adicional en el análisis de la frase del Presidente: ¿Esta avalando la calidad, la oportunidad y la rectitud de la Justicia Ordinaria? ¿Acaso es ciego y sordo? Esa justicia, la ordinaria, es el mayor problema que tiene el país, no sólo frente a los militares, sino frente a todos los ciudadanos. ¿La reformita que está ante el Congreso va a arreglar esto? Para utilizar las palabras del mismo Presidente: “no nos crean tan pendejos”.

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