-Increible, un restaurante al nivel del Maxim´s de Paris. Rincón apacible, situado en el pabellón "noveaux pauvres" de Engativa, con una amplia facilidad de estacionamiento. En su entrada una advertencia: Nuestra filial está en Paris. Doña Dinalva, propietaria, encontró que era bueno colocar el aviso desde el día que un marinero le mencionó la existencia de un establecimiento homónimo en esa ciudad. Las especialidades son internacionales: " Coquille des fruits de Mer", sus "Fond d´artichaud Cardinal" y el linguado " a belle meuniere", acompañados con vino Chateau Mouton rothschild, 1964. Además, carne de cerdo a la moda del Rey y Bacalao sobre las ondas. Comida brasileña: Vatapá, casquinha de Siri y las incomparables batidas catrinetas de sirí, ostras vírgenes, piraña honesta, peixe galo y otras. Y todo esto por solo cinco dólares el plato Nos adentramos luego al salón de las refecciones propiamente dicho, bastante aireado y agradablemente decorado con calendarios de todas las pescaderías y supermarkets que abastecen la casa. Las mesa son rectangulares y colectivas, tipo Santa Cena, generando una muy cómoda integración social. Sobre las mesas bellos individuales plásticos con motivos marineros. El aperitivo de la casa, un aguardiente antioqueño doble. El mesero, de nombre Manuel, y una mulata, María de la O, de minifalda atrevida, nos traen la entrada, una sopa de pescado incandescente. A mi lado, un apurado motorista de taxi, degustaba con verdadero placer una soberbia sopa espesa. En el centro de la mesa, un negro de casi 2 metros, de nombre Saravá, ahuyentaba a sus vecinos y daba cuenta de sus platos. De repente, sentí algo en mis piernas. Era un gato que solo aparece, nos dicen, los viernes, día de mojarra. Allí se debe tener cuidado con los Mejillones, que así llaman a los que tienen manía de meter la mano en los bolsos de las mujeres. Nadie bobea allí, quien debe dar sopa es el restaurante y no usted. Referencia aparte merece el cantante, un muchacho cabelludo, hijo de la dueña, que nos deleitó con el " Que será, que será" de Chico Buarque. Eso, ciertamente, arregló todo. Misión cumplida, ya detectando algunos señales de rebelión en mi estómago, cumplimenté al chef, en este caso una boyacense de Tuta y, por motivos obvios, corrí para mi casa.
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