-Da tristeza ver que Albertina, la infatigable señora, tan loca y primaveral en noches más antiguas, comienza a querer vencer el primer trecho del odioso camino que lleva al otoño y a negar esa pausa que lleva a muchos de nosotros a la meditación y al sosiego. Su rostro con un comienzo de papada bajo su quijada, su sonrisa serena, sus dientes blancos, su cabello pintado, las cuatro arrugas bien pronunciadas cerca de sus ojos, la hacen lucir muy serena, y a mi modo de ver, muy bella. El tiempo y la vida fácil le dieron gustos burgueses. Ahora solo le resta el consuelo, equivocado digo yo, según ella, de mantener a su alrededor una corte de plebeyos, más jóvenes que ella, deslumbrados por su dinero. Su amplia sala, abierta generosamente con ventanales que dan hacia el lago que se formó hace un año, cerca a la márgen izquierda del río Bogotá, en Engativa, y también cercana al aeropuerto Eldorado. Desde su terraza, se puede ver el decolaje y el aterrizaje de aviones, magnificando, ciertamente, el panorama de un atardecer de sangre en la Sabana de Bogotá, aún cuando se lamenta, apuntando su dedo nacarado a un barrio de pobres, paralelo a la pista norte. Siente que el mal olor que llega de cuando en cuando, proviene de ese barrio. Yo le digo que es del lago y le recuerdo que fue ella la que tuvo la idea de poner uno alevinos de trucha en ese lago, cuando tenía un nivel de 1.5 metros, ahora solo tiene 1 m , que los peces murieron asfixiados y no fueron removidos. Las lluvias recientes puede mejorar las cosas. Juntos pasamos la vista sobre el lago y el barrio. Ella pregunta: Cuantos peces, perdón, cuanta gente vive allí?-Unos 5 mil y por qué no pedimos que los remuevan de allí? Problema difícil. Le recuerdo que un Señor Hans Frank, en Polonia, avocado a un problema de esta magnitud, con la aprobación de Hitler, resolvió cremarlos a todos. Con la ayuda, claro está, de químicos y gases suministrados por firmas alemanas, prestigiosas entonces y hoy también. Podríamos pedirles asesoría en este asunto. De cualquier manera hay que arreglar esto y como ya comenzaba a hervir mi sangre, y como la Señora era de un trato bastante amable, después de 5 uisquis que me ofrecía en bandeja de plata, licor con 15 años de añejamiento, encontré que era mejor mudar de asunto, conforme lo exigía el ambiente. Qué bella noche, ceniza, muy bella, una cosa maravillosa y para evitar complicaciones, puesto que sus ojos y semblante ya estaban enardecidos por el deseo, me mudé de lugar y me acerqué estratégicamente a la puerta de salida, escurrí mi cuerpo, no sin antes prometer que volvería en una noche de luna llena con estrellas.
-Marly de E.P Eres un cafayeste, Edelsio, Marly Tavares.
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