Por Ricardo Puentes Melo
Es innegable que la izquierda ha utilizado, y lo sigue haciendo, la combinación de todas las formas de lucha para llegar al poder.
“Todas las formas de lucha” no es otra cosa que desplegar, por un lado, una retórica política, despojada de llamados a la revolución armada, alentando al pueblo a participar democráticamente, mientras que, por el otro lado, apoyar el trabajo subterráneo que alienta y patrocina la agresión armada.
Contrariamente a lo que se cree, las FARC jamás han originado ningún partido político. El asunto funciona al revés: es el Partido Político el que crea diferentes guerrillas, movimientos o subpartidos, con el interés de “despistar” la opinión pública y llevarla a pensar que la lucha armada y la lucha política del comunismo son dos caminos separados. Y no. Son iguales.
“Todas las formas de lucha” son una estrategia comunista para librar su guerra, validando el uso de maniobras ilegales y legales, teniendo muy en claro que el objetivo final debe ser apoderarse del control total de la nación.
Usando esa estrategia, es que el comunismo se ha infiltrado con bastante éxito en la justicia, los medios de comunicación, sindicatos, iglesias, organizaciones indígenas, de campesinos, paros cívicos, huelgas…. Cuanta organización pueda aglutinar personas, allí está el comunismo haciendo su trabajo, infectando el movimiento social para mover a esa organización hacia su orilla ideológica.
Por supuesto, los partidos políticos son el nicho ideal para el comunismo. Allí, esgrimiendo un discurso supuestamente pacifista, y de igualdad social y equidad, han podido capitalizar el descontento popular, robándose las banderas de la lucha por los Derechos Humanos.
Si bien es cierto que el caldo de cultivo para que el comunismo siembre su terror, es la pobreza del país, no es menos cierto que mucha de esa responsabilidad de pobreza del pueblo colombiano la tiene el comunismo, que se ha encargado de desplegar un monstruoso cataclismo de violencia y terror que, en cambio de conseguir la ansiada igualdad, construye un abismo todavía más grande de miseria.
Al comunismo no le interesa abogar por la prosperidad de una nación, ya que –precisamente- la pobreza y la desigualdad son la materia prima con la cual trabajan.
Con esto claro, podemos entender que los diversos movimientos y partidos políticos colombianos de izquierda, son un mero instrumento del comunismo para validar su acción política y su trabajo ganando adeptos.
Mireya Sierra y Mauricio Trujillo, del equipo de Petro, felices celebrando el éxito de su gestión con el chavismo en Venezuela
Los subversivos hacen uso de las bondades de la democracia para infectarla, atacarla desde adentro, y finalmente aniquilarla.
Las guerrillas armadas, o ejércitos revolucionarios, actúan coordinadamente con este flanco “democrático”, bajo las directrices de un selecto grupo de líderes, pensadores, intelectuales, estudiantes y campesinos que se han preparado en importantes centros educativos para dirigir desde la clandestinidad todo el esfuerzo para llevar al país hacia un gobierno comunista.
Si recuerdan la UP, este movimiento político no estaba conformado por algún grupo de marxistas que rechazaran la lucha armada. Al contrario, la UP formó parte de la estrategia de “todas las formas de lucha” y siempre estuvo apoyado por el brazo armado, las FARC. Cuando el comunismo vio que la UP sería inexorablemente derrotada y humillada en las urnas, puesto que Colombia tiene vocación anticomunista, decidió asesinar a sus miembros. Así, los convirtió en mártires –en vez de quemados políticos- y le dio un fantástico aire a la revolución.
El M-19 forma parte de esa estrategia. Siendo un movimiento netamente armado, con un enorme respaldo popular debido a sus publicitados golpes de opinión, tuvo que cambiar de táctica, abandonar las armas y seguir su objetivo criminal utilizando los caminos democráticos que le permitían ocupar puestos de importantísima posición estratégica en el gobierno.
Esto sucedió así: El M-19 tenía una favorabilidad indiscutible en la opinión pública debido a que sus compañeros de lucha del diario El Tiempo, se encargaban de desplegar a cuatro columnas titulares simpatizantes con sus robos de camiones de leche para dar a los pobres, o los robos de pollos para repartir entre los niños.
El M-19 pensó que tenía el total respaldo del país, así que decidió asaltar a sangre y fuego el Palacio de Justicia. Ellos creían que Colombia los apoyaría y que el gobierno les entregaría el mando. Entonces, Pablo Escobar, mecenas del M-19, lideró financieramente este horror con la condición de que quemaran los archivos de la Corte Suprema donde se encontraban los procesos de todos los narcos que se habían agrupado para sus comunicados bajo el nombre de “Los extraditables”.
Pero el tiro les salió por la culata. Aunque ellos habían logrado ingresar armas y comida para varios días, gracias a la labor de la guerrillera Cristina Guarín, quien se había infiltrado como una simple cajera en la cafetería del Palacio, no contaron con la respuesta del ejército. La maniobra del coronel Plazas Vega, que tumbó a cañonazos la puerta de entrada al Palacio, e ingresó el tanque, los dejó desconcertados. En ese momento perdieron la guerra militar y política. Colombia presenciaba aterrorizada los alcances criminales del M-19.
Gustavo Petro fue de los autores intelectuales de esta atrocidad. Para infortunio suyo, fue puesto preso pocos días antes del asalto al Palacio.
Sin embargo, Petro tenía la seguridad de que conseguirían el poder ese 6 de noviembre de 1985. Así que desde la cárcel de la Modelo comenzó a organizar una gran revuelta carcelaria. Una vez el M-19 lograra entrar en negociaciones con el gobierno, Petro desataría la violencia en varias cárceles del país asesinando guardias, presos comunes y apoderándose del control de esos centros penitenciarios.
Pero Colombia se salvó. Ni Petro ni los otros terroristas del M-19 lograron asirse del poder. La imagen del M-19 cayó por el piso y ellos entendieron que necesitaban dejar las armas y buscar otra forma de lucha.
César Gaviria les proporcionó esa otra combinación de las formas de lucha. Los indultó, les pagó millones de dólares (aún le seguimos pagando al M-19 por haber dejado de matar colombianos), les entregó el poder de hacer su propia Constitución –que eliminó la extradición, tal y como habían planeado con Pablo Escobar-, los nombró en cargos diplomáticos en el exterior –para que fueran consiguiendo apoyo internacional a su causa-, los nombró ministros, secretarios, puso a decenas en el DAS, les entregó la Fiscalía General de la Nación y varias plazas como magistrados.
Así, el M-19 entró en la “legalidad” para disfrazar su único objetivo: tomarse el poder.
A partir de ahí, conformaron partidos políticos, de los cuáles subsisten el Polo Democrático, el Partido Verde, y el recién creado “Progresistas”, que armó Petro en un intento por sacudirse del lastre de corrupción que su propio partido desarrolló robándose las arcas de Bogotá.
Pero los Progresistas de Petro son otro rótulo para los mismos bandidos que asaltaron el Palacio y asesinaron magistrados. Son los mismos que gobernaron a Bogotá y la desfalcaron. Son otro disfraz para el comunismo asesino que tanto daño ha causado en nuestro país.
La amistad de Chávez y Petro, y su afinidad ideológica, es de vieja data
No hay que olvidar que Petro es amigo íntimo y personal del tirano Hugo Chávez, y que lo alojó en Colombia cuando el fallido golpe de Estado en Venezuela.
Cuando Petro se dio cuenta de que la imagen de Chávez no era favorable entre los sectores que él quería conquistar en Colombia, fingió un distanciamiento con él. Pero todo es parte de la misma obra.
Con la publicación de los videos que hicimos en el artículo anterior (http://www.periodismosinfronteras.com/las-reuniones-petro-psuv.html), queremos mostrar que Petro sigue en íntimas relaciones con Chávez. A Venezuela fueron miembros de su equipo para pedir apoyo a ese gobierno, en clara violación a las leyes que prohíben eso.
El Tiempo, hay que repetirlo, publicó apartes sin importancia de estos videos. Y no se extrañen de eso. Recuerden que Enrique Santos –hermano del hoy presidente de Colombia- formó parte del equipo del M-19 y, siendo propietario de El Tiempo, todo ya lo tenemos claro.
Sin más, les dejamos la tercera parte de este encuentro clandestino entre voceros de Gustavo Petro y miembros del PSUV.
En esta parte, veremos cómo Mauricio Trujillo –el candidato petrista- dice que el Polo tiene compromisos con el gobierno de Correa en Ecuador, y que estarán allá unos días cumpliendo esos compromisos. Se habla de la concepción socialista de los medios de comunicación estatales en Venezuela, que permitirán que el apoyo al Polo Democrático sea efectivo. Cuando sale el asesor de prensa, se cruza en la entrada con una importantísima activista chavista, a la cual Mauricio Trujillo no tiene reparos en tratarla de “camarada” , lo mismo que al alcalde. Los voceros de Petro recuerdan que lo que está en juego en las elecciones es muy grande porque se eligen congresistas. La activista chavista dice que debido a que se puede votar en consulados, eso simplifica el trabajo ya que el gobierno chavista “puede ayudar mejor” y “con menos riesgos”. Trujillo dice que las cosas no están bien porque la Cámara internacional está en manos del uribismo. Dice que la balanza se inclinará si los gobiernos de Venezuela y Ecuador les ayudan. Invoca la solidaridad de esos países porque, dice: “somos un partido de izquierda”.
La chavista venezolana dice que esa movilización debe hacerse de tal manera que nadie vaya a votar por la derecha ni el uribismo. El alcalde ratifica que ellos dan la “línea” por la cual se debe votar.. la candidata dice que la línea es esa: la izquierda. Luego hablan maravillas de Piedad Córdoba. Dicen que Piedad Córdoba puede ser liberal pero “de careta” porque ella es socialista.
Para reforzar su súplica de ayuda, el vocero de Petro dicen que Petro y el Polo “estamos levantando la bandera de la unidad de la izquierda y con los sectores democráticos para atacar al uribismo y vencerlo..”
En un próximo artículo mostraremos un video, donde están los voceros de Petro reunidos con el PSUV, ya no para solicitar ayuda en elecciones, sino para apoyar en una marcha a favor de Hugo Chávez.
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