MI PRIMERA VEZ

-Se lo peligroso que es hablar de este asunto y se que muchos me acusarán de perverso. Al final, desvendar al gran público nuestro lado íntimo es una actitud arriesgada que puede traer consecuencias. Pero todo el recelo y miedo son ínfimos si comparados con la angustia que siento en no poder revelar al mundo como fue mi primera vez. Recuerdo esos días. Vivía tenso, dispuesto a violar cualquier cosa que apareciese enfrente. Quería seguir, de cualquier manera, el ejemplo de algunos que se deliciaban con la novedad, obteniendo de la misma placeres mil, nunca antes encontrados.  Muerto de envidia, oía sus relatos fantásticos: unos se morían de reír; otros, más serios, acojían los consejos que recibían y hasta los divulgaban. Como se ve, se formó una cofradía donde los iniciados, Anselmo, Augusto, Marly, Ricardo, Edelsio, trocaban sus impresiones, usando un lenguaje extraño para mi. Y yo, pobrecito, oía todo casi desperado. No aguantaba más. Estaba por fuera y me propuse,  tenía que estar por dentro inmediatamente. Una noche tomé la gran decisión: tendría que ser en la mañana siguiente. Di vueltas en la cama, pensando en lo que podría ocurrir, durante y despues del hecho ( o acto?). Todo tendría que entrar en su debido lugar. Y si no entendiese cualquier cosa, si hubiese-y yo tenía certeza de lo que iba a acontecer- alguna especie de sabor, de gozo?  Finalmente conseguí dormir. Desperté más excitado que nunca, tomé baño, cepillé los dientes y salí de casa corriendo. Sabía donde encontrar el objeto de mis deseos. No me demoré mucho en llegar. Me costó trabajo encontrar lo que buscaba. Había de por medio varias formas y tamaños, pero ninguna me interesaba. Busqué al encargado, le dí dinero y él riendo de mi pedido y del tamaño, colocó aquello en mis manos. Fue una de las mayores emociones de mi vida. Me quedé inmóvil durante algún tiempo, sin saber derecho que hacer, pero, poco a poco, fui venciendo mi timidez. Para comenzar, toqué su superficie. Era áspera, un poco agresiva, más, a pesar de eso, parecía que sonreía para mi, como si me convidase para su interior  lleno de maravillas y sorpresas. Claro, no resistí y rápidamente la devoré de cabo a rabo, actitud que fue repetida muchas veces. Extenuado,  paré. Pero ya pensaba en la Semana siguiente donde, estaba seguro, nuevas delicias me esperarían. Y así ha sido hasta hoy -la misma expectativa-, el mismo deseo de aprovechar todo aquello. Es verdad que no siempre las cosas fueron así, tan maravillosas. Ha habido desencuentros entre nos, muchas veces no fui plenamente satisfecho. Pensé, también en abandonar todo, pero, al final de cuentas, siempre acabé volviendo para mi placer de otrora y para la alegría contagiante de nuestros antiguos contactos. Y así termino estas líneas mal hilvanadas. Confieso que ahora me siento mejor. Tenía que hablar de esto, contar para todo el mundo cómo fue mi primera vez. La primera vez que leí a El Pasquín.

Para El Pasca, Lenin Ilich ( idea original de mi admirado Hubert)