PASQUIN POLITICO COLOMBIANO

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lunes, 23 de agosto de 2010

¡QUE REVIENTE EL ESCÁNDALO..!


Por Ricardo Puentes Melo

Es complicado reconocer que se ha estado equivocado. Y lo es mucho más cuando esto ha ocurrido por tener doblada la cerviz ante lo que los grandes medios de comunicación nos enseñan como “la verdad”. Esto me sucedió con referencia al caso del Coronel Plazas Vega.
La primera vez que supe del coronel fue cuando combatió a los guerrilleros del M-19 que se habían tomado el Palacio de Justicia. Su “defendiendo la Democracia, maestro”, me parecía en ese entonces algo odioso porque yo, al igual que muchísimos colombianos (por causa de los medios, repito), pensábamos que los narcoterroristas del M-19 eran una especie de Robin Hood subdesarrollados pero generosos, y que emergían de las entrañas mismas del descontento popular para combatir todo lo que el coronel Plazas defendió –eso creía yo- en el Palacio de Justicia; es decir, la oligarquía.
Ese cuentico pendejo nos lo tragamos millones de compatriotas. Manipulados desde la misma escuela, por maestros a su vez educados con las mismas premisas, mi generación creció sintiendo repulsión por los uniformes militares y sus armas, al mismo tiempo que nos inclinábamos por el romanticismo con el que nos mostraban los heroicos actos del Ché Guevara, Fidel Castro y “Tirofijo” –unos sanguinarios asesinos elevados a la categoría de héroes populares por los medios de comunicación y los maestros adoctrinados por los fundadores de FECODE, de extracción guerrillera.
Entonces, nuevamente supe del coronel Plazas cuando fue acusado de genocida, torturador y secuestrador. Aunque para ese entonces yo ya no era tan tonto de creer que las guerrillas luchan a favor de las clases menos favorecidas sino que son narcotraficantes y delincuentes de la peor calaña, estaba convencido de la culpabilidad de Plazas Vega, hecho ratificado día a día por los medios de comunicación que se ensañaban contra el coronel y su familia gozando cruelmente con el sufrimiento y humillaciones a que han sido sometidos desde entonces de manera implacable en un proceso que pasará a la historia por la magnitud de las infamias cometidas contra el valiente militar.
Cuando es llamado a juicio, mi interés por el caso me lleva a consultar documentos, recortes de prensa, artículos, videos y varias cosas más. Lo que me trae el descubrimiento del monumental y perverso montaje de los narcotraficantes para vengarse de quien, siendo Director Nacional de Estupefacientes, les hizo tantísimo daño golpeándolos en donde más les duele: sus finanzas.
Los narcotraficantes, que fueron quienes financiaron la sangrienta Toma del Palacio de Justicia, jamás le perdonaron a Plazas el haberlos vencido allí, y mucho menos –años después- haberlos despojado de sus multimillonarios bienes que hasta entonces eran intocables. Hasta que llegó Plazas Vega a dañarles la fiesta.
Para resumirles mis descubrimientos (invito a que cada uno haga su propia investigación con el abundante material que existe), les puedo contar que es falso que el Coronel Plazas haya rescatado a las personas de la cafetería del Palacio; cuando él y sus hombre entraron al Palacio, el M-19 ya se había llevado a los de la cafetería al piso 4. Esto lo apoyan decenas de testimonios de los sobrevivientes. El incendio lo iniciaron los guerrilleros, no la Fuerza Pública, como se afirma falsamente; los guerrilleros fueron acompañados por hombres de confianza de los narcos para comprobar que los del M-19 cumplieran con su parte del trato, es decir, la quema de los expedientes de los traficantes de droga.
Las tropas de Artillería, comandadas por el Mayor Carlos Fracica Naranjo, y no por Plazas Vega, rescataron a varias personas que salieron vivas y que no son –como lo aseguran los medios, haciendo eco a los mandaderos de los narcos- los famosos desaparecidos. Por ejemplo, la persona que aseguran que es María del Pilar Guarín (según testimonio de su hermano René y otros familiares que han jurado reconocerla en uno de los videos del rescate) resultó ser María Nelfi Díaz, quien a los pocos días se reconoció en ese video y que llevó a medio centenar de testigos que juraron en su testimonio. Por otro lado, René Guarín y otros familiares vinieron a “reconocer” a María del Pilar Guarín solamente cuando el grupo Alvear Restrepo, interesado en la condena del coronel Plazas, empezó a ofrecer jugosas recompensas una vez sucedieran fallos en contra de la Nación. Es muy extraño que no la reconocieran cuando los recuerdos estaban frescos, sino más de 20 años después. Igual sucede en el caso de los familiares de Carlos Augusto Rodríguez, otro de los “desaparecidos”.
El Coronel Plazas Vega sabe que entre los rescatados por el Mayor Fracique Naranjo estaba estaba Irma Franco, la guerrillera. Se sabe que fue llevada por el Mayor (no por Plazas Vega) a la Casa Museo 20 de julio, y que en horas de la noche unos hombres de civil que se identificaron como miembros de un organismo de inteligencia, se la llevaron. Nunca volvió a aparecer. Es factible, entonces, que la guerrillera Irma sea la única persona desaparecida de los hechos del Palacio, pero aún así el hoy coronel Plazas Vega no tiene ni tuvo jamás injerencia ni responsabilidad en esa desaparición ya que ni él la rescató, ni él la llevó a la Casa Museo 20 de Julio, ni tampoco tenía acceso ni control sobre este lugar al que llevaron a las personas que rescataron vivas del Palacio.
Es más, el entonces Teniente coronel Plazas Vega comandaba la Escuela de Caballería y no tenía mando ni responsabilidad sobre las labores de inteligencia del B-2, que fue la Brigada a la que se le entregaron los rescatados y que también tenían el mando en la Casa Museo 20 de Julio.
Conforme a esto, Plazas Vega comandaba una unidad táctica que, como las otras unidades, entregaron sus rescatados al B-2. Es necesario resaltar que los supuestos desaparecidos (Guarín, Rodríguez –que no son ellos, como vimos- y la guerrillera) NO fueron rescatados por Plazas Vega. Eso está muy claro para la justicia que, sin embargo, lo sigue juzgando a sabiendas de este hecho.
Para quien tenga un mínimo de conocimiento del funcionamiento de las Fuerzas Militares, será claro que Plazas Vega, al comandar una unidad táctica y no de inteligencia, no tenía nada que ver con interrogatorio ni con labores de inteligencia. Esto lo hizo el B-2.
Gustavo Petro fue quien primero quiso enlodar el buen nombre del coronel. En una acusación ofídica, acusó directamente a Plazas Vega de ser la persona que supuestamente lo había interrogado y torturado. Pero la divina providencia quiso que ese rastrero personaje tuviera que desdecirse porque precisamente en la fecha en que Petro aseguró haber sido torturado por Plazas Vega, el coronel y su familia se encontraban en España, tal y como lo comprueban documentos y testimonios a montón.
Los otros testigos que existen contra Plazas Vega, son más o menos del corte de Petro: un par de hampones a sueldo cuyos testimonios se han derrumbado como se derrumbó el de Petro. Hay un tal Ricardo Gámez Mazuera que resultó ser un tramposo que dio su testimonio a escondidas, un poco antes de escapar a Brasil. Gámez aseguró haber sido policía regular, cosa que fue investigada y desmentida posteriormente. Gámez dio su testimonio al periódico VOZ y desde entonces no ha regresado al país. Estuvo, eso sí, en Bruselas, justamente donde Petro era secretario de la embajada colombiana nombrado por César Gaviria. Este Gámez ha viajado por todo el mundo a pesar de que aseguró en su momento no tener dinero ni para un pasaje de bus. El único testimonio que acusa a Plazas Vega de la desaparición de Carlos Rodríguez Vera, procede de Gámez Mazuera que, según se comprobó, jamás estuvo en los hechos del Palacio de Justicia.
También está otro bandido que dijo llamarse Edgar Villarreal; posteriormente se descubrió que su verdadero nombre era Edgar Villamizar. Aseguró en su momento que era militar y que se encontraba en la toma del Palacio; también dijo que fue testigo de que los 11 desaparecidos que le achacan a Plazas Vega fueron sacados de allí en un vehículo militar al que no le caben ni la tercera parte de eso.
Resulta que este “testigo” jamás estuvo en los hechos del Palacio de Justicia, y ni siquiera estaba en Bogotá. Numerosos testigos probaron que en 1985 él se hallaba en Granada, Meta. Es importante anotar también que este Villamizar, jamás se presentó al juzgado y su testimonio fue producido en la Escuela de Caballería de Bogotá sin que la defensa de Plazas, ni la Procuraduría, ni nadie más fueran informadas. Dato importante es que Villamizar trabajaba en el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), un órgano de la Fiscalía General, organismo que investiga a Plazas. Otro testigo falso.
Y así son las cosas. Los dos “testigos” principales (y únicos) probaron ser un fraude montado para fabricar el caso contra el coronel Plazas Vega. Por ello, la Procuraduría General de la Nación, pidió, el 17 de septiembre de 2009, la absolución total del coronel Plazas Vega, debido a que no existía ninguna prueba sobre la implicación del militar en este asunto.
Entonces, si no hay pruebas contra Plazas Vega y sí cientos de testimonios y documentos que demuestran su inocencia, ¿por qué la justicia quiere condenarlo..?
De nuevo, porque le están haciendo la tarea al narcotráfico que, aliado con el socialismo guerrillero, se tomó el Palacio de Justicia para destruir las instituciones y apoderarse del país. Esa misma alianza mafiosa, que no pudo lograr su propósito con las armas y el terrorismo, está logrando su cometido desde los estrados judiciales. Esa alianza mafiosa se adueñó de las Cortes y la Fiscalía General de la Nación y utiliza su inmenso poder para destruir a quienes combaten contra el narcotráfico. Si ustedes se fijan bien, los militares contra quienes más se ensaña la Fiscalía y las Cortes, son aquellos que se han distinguido por su rectitud, honorabilidad y decisión en terminar con el flagelo narcoterrorista en Colombia.
De la Fiscal del caso, ni hablar. La señora Ángela María Buitrago, en sociedad con los abogados del tenebroso colectivo de abogados Alvear Restrepo, ya tiene claro que hará todo lo necesario para ver al coronel Plazas Vega tras las rejas de la Picota o –lo que nos tememos muchos- asesinado por el narcotráfico.
Por la misma parte, hoy la juez María Stella Jara Gutiérrez dictará sentencia sobre el caso del Coronel Plazas Vega. Ella sabe que Plazas Vega es inocente pero parece no importarle; al contrario, nunca ha dejado que el coronel se defienda, no le ha respetado el derecho al debido proceso y ha violado en todas las formas posibles la ley colombiana. Ha prevaricado, y ella lo sabe muy bien. Por eso, porque los delitos de la juez forzosamente saldrán a la luz más temprano que tarde, es que ella ha pedido asilo en Alemania y ha filtrado a la prensa insinuaciones de que el coronel Plazas la está amenazando de muerte.
¡Qué ridiculez! Plazas Vega, que tiene serios problemas financieros gracias a este caso, y que no puede controlar ni siquiera a los gañanes que quisieron matarlo cuando lo llevaron a la Picota, y a quien ni siquiera le permiten hablar en su defensa en las audiencias, ¿va a tener ese poder que le atañen de andar enviando emisarios matones..? ¡Qué infamia tan grande…! Este hombre que físicamente se ve golpeado por las injusticias de este caso, con una salud sumamente debilitada, vapuleado por chusmas a sueldo, escupido, ultrajado y humillado hasta lo imposible, solamente quiere que su pesadilla termine lo más pronto posible.
El coronel Plazas Vega hace esfuerzos sobrehumanos para sus lágrimas no afloren en presencia de quienes lo visitan. Pero es evidente que con mucha lucha se abstiene. Detrás de esa apariencia de hierro se encuentra un hombre de carne y hueso, inteligente y sensible, que amó tanto a su país que decidió arriesgar su vida para salvarlo de las garras de quienes hoy dominan la justicia y las rutas de droga hacia el exterior.
Plazas Vega no es un delincuente. Es un héroe que rescató con vida a 244 rehenes, de los 350 que el M-19 había secuestrado. Plazas Vega es un hombre con honor. Es un valiente que con su decidida acción en noviembre de 1985 partió la historia de Colombia en dos. Colombia fue salvada ese día y la historia lo demostrará muy pronto.
Pero así está de podrido este país. Mientras que el gobierno nombra a guerrilleros sanguinarios como asesores de Paz, con sueldos fabulosos, nuestros militares no tienen ni con qué pagar a sus abogados; mientras que el presidente y sus ministros reciben con honores a los delincuentes de la guerrilla y el paramilitarismo, a las esposas de los militares perseguidos les cierran las puertas en las narices y les echan encima los perros guardianes. Duele decirlo pero es la verdad. Nuestro amado presidente Uribe –el mejor que ha tenido este país- ha sucumbido a las presiones de las ONG y ha preferido el chorro de dólares gringos a la defensa de los militares. ¿Por qué no los ha defendido con el mismo ardor que defiende a su amigo Aranguren..? No sabemos, pero duele.
Mientras que héroes nacionales como el coronel Plazas Vega y el general Arias Cabrales son expuestos como criminales, los verdaderos hampones –como Petro, Navarro Wolf, Vera Grabe y demás compinches- fueron amnistiados por sus crímenes de lesa humanidad y hoy, además de ser candidatos presidenciales, gobernadores, diplomáticos y dueños de ONG, se dan el gustico de escribirse carticas afectuosas con los jueces y fiscales que persiguen a los soldados.
Claro, es que pertenecen a los mismos bando y banda. Produce náuseas ver todo esto.

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